«Comencé la mentoría con Ana de casualidad. Tenía una duda puntual sobre un caso y me acerqué a su estudio sin saber muy bien de que se trataba el servicio. No conocía a nadie que brindara “mentorías” ni había escuchado nunca sobre eso. Que suerte que tuve. A partir de ese encuentro, desde hace más de un año que voy semanalmente.
Lo primero que descubrí en la mentoría fue mi limitado conocimiento en muchas cuestiones procesales, de práctica, y lo que está fuera de los libros. Pero el gran descubrimiento fue darme cuenta la clase de abogada que quería ser. La importancia de la honestidad, la ética, de realizar las cosas lo mejor posible para el cliente, y, sobre todo, por uno mismo. Por que uno es lo que hace y como lo hace.
Lo que mas me gusta de la mentoría es que me da SEGURIDAD. Esto me permite tomar casos nuevos, más desafiantes, difíciles; me da la tranquilidad -y suerte- de estar aprendiendo bajo supervisión de Ana, una excelente profesional con vastísima experiencia.
Contar con este acompañamiento me dio las herramientas necesarias para crecer de forma exponencial, que, de otra manera, hubiera sido imposible. Gracias a esto, tuve el mejor año profesional.
Recomiendo 100% para los abogados que recién empiezan, no me canso de recomendarlo. ¡Para perder el miedo hay que capacitarse!.»