¿Cuál es el rol del abogado en la solución de los conflictos jurídicos? ¿Resolverlos en lugar del cliente? ¿En qué lugar se coloca cuando procede de ese modo? ¿Es una especie de salvador? ¿Cómo se siente el cliente cuando necesita de otra persona para resolver algo propio? ¿Cuál es el riesgo que corre el abogado que se coloca en el lugar del cliente? ¿Qué pasa cuando el profesional se asocia a las emociones del cliente y toma sus argumentos? Estas son algunas de las preguntas que sería recomendable formularnos para el ejercicio profesional. Desde mi perspectiva, el abogado acompaña al cliente en el proceso de descubrir y elaborar una solución al conflicto. Para ello, pone al servicio del caso, el conocimiento jurídico y multidisciplinario. El conflicto representa para todos una oportunidad de crecimiento y de ampliación de conocimiento. Así, el acompañamiento profesional no invalida ni anula a quien lo requiere, pues promueve la responsabilidad del cliente en el proceso de solución y le otorga la posibilidad de aclarar el panorama para poder ver los distintos caminos que se presentan.
En este proceso resulta imprescindible que cada uno de los involucrados respete el rol que desempeña, pues de lo contrario puede ocurrir: a) si el profesional se coloca en el lugar de cliente haciendo propias las razones personales de aquél, interfiere, obstaculiza y alimenta el conflicto. En estos casos, el patrón de conflicto entre partes se repite entre los abogados. b) Si el cliente quiere fijar la estrategia del caso, el abogado puede transformarse en una herramienta para la ejecución de una venganza o castigo. En estos casos, el abogado es una fuente recursos para avivar el conflicto.
Es importante considerar que el conflicto tiene un componente que trasciende lo jurídico, en la mayoría de los casos es emocional. Para poder detectar ese trasfondo oculto, el abogado puede recurrir a un análisis contextual del conflicto que le permitirá tener una visión 360 del caso y sus actores. Una vez identificado aquello que se encuentra detrás del conflicto jurídico, es decir, alcanzado el diagnóstico, se podrá recurrir a intervenciones que traigan claridad. De ese modo, la labor del abogado permitirá al cliente despejar el camino y tomar decisiones hacia la solución jurídica del caso.