Si el cliente que llega a una consulta es adulto, es fundamental no perder de vista esta circunstancia. Que no conozca el derecho no le impide entender, a partir de la explicación que realiza el abogado, cuáles son los caminos que se abren frente al conflicto y decidir qué quiere hacer, en función de las consecuencias que cada situación producirá.
Desde mi punto de vista, el abogado asesora acerca de qué derechos asisten al cliente frente al conflicto y cuáles son las acciones para ejercerlos. También es conveniente que indique cuáles son las posibles consecuencias de tomar una u otra opción.
Muchas veces escucho: necesito que pelees, que me defiendas, que me protejas. ¿Ese es el rol del abogado?
Para asesorar jurídicamente ¿hace falta pelear? ¿es conveniente ver el proceso como una batalla? ¿es el abogado el que debe proteger al cliente? ¿Cuál es el papel de la ley?
Si el abogado en lugar de asesorar entra en la batalla probablemente luche contra el otro colega, repitiendo el conflicto entre partes. Esta circunstancia, alimentará el conflicto que seguirá creciendo. Nadie gana en una lucha.
Desde mi mirada, el abogado que conoce la ley, acompaña al cliente para encontrar juntos la mejor solución para su caso. Para ello, parte de la ayuda consiste en hacer preguntas y compartir reflexiones que le aclaren el camino al cliente hacía aquello que quiere.
Durante el proceso aparecerán muchas distracciones tales como provocaciones, destratos, descalificaciones, presentaciones judiciales sin sentido y sin objeto. Lo más importante es no perder el foco de aquello que quiere el cliente y ayudarlo a recobrar el objetivo cuando a veces se distrae. Para ello es fundamental, que el abogado este focalizado.
Les puedo asegurar que no existe mayor satisfacción, que ver a un cliente tomar una decisión a partir del trabajo conjunto. Lleva más tiempo pero le devuelve la responsabilidad sobre sus propios actos que es lo que muchas veces ha perdido al momento de la consulta, al inicio o durante el proceso jurídico.