En momentos actuales donde la cuarentena ocasionó por un lado la superposición de contextos entre lo familiar y lo laboral como consecuencia del trabajo en casa y por otro, la desaparición temporal del lugar físico de trabajo, con la consecuente incertidumbre acerca de la continuidad en la prestación, parece oportuno efectuar algunos interrogantes: ¿Qué representa el trabajo para el ser humano? ¿Cuántas respuestas a nuestra vida encontramos en él? ¿Afectivas o Económicas? El tiempo dedicado al trabajo diariamente, determina que muchas veces nos veamos tentados a encontrar todas las respuestas a nuestras necesidades personales en él. Caer en esa tentación determinaría que a veces tanto la pareja como las amistades estén vinculadas a nuestro ámbito laboral, con las confusiones propias de mezclar lo familiar y afectivo con lo económico laboral. A partir de allí, la superposición de roles. En algunos otros casos, puede que nuestra relación con el trabajo sea tan absorbente y excluyente, que no dé lugar a nada más, toda nuestra energía dedicada a ese único y particular ámbito. En todos estos casos cabría preguntarse, si el trabajo es la respuesta a tantas necesidades ¿Qué pasa ante la situación de despido? ¿Qué pasa ante la jubilación? ¿Qué estoy perdiendo al quedarme sin trabajo? ¿Qué es aquello que no miro cuando estoy enfocado en el trabajo? ¿Qué parte de mi vida no se está desarrollando en función de mi trabajo? ¿Si el trabajo es la razón de mi vida, qué pasa si el trabajo desaparece? ¿Soy mi trabajo? Pareciera recomendable formularse estos interrogantes antes que sobrevenga la situación de pérdida, para chequear y tener la posibilidad de elaborar, comprender y acomodar las prioridades. Estas cuestiones llevan tiempo y no es lo mismo hacerlo de modo preventivo y sin apuro, que una vez producido el siniestro. El momento que elijamos cambia el margen de maniobra. Nuestra profesión, oficio u ocupación es tan solo una pequeña parte de toda nuestra amplia, vasta y maravillosa vida. Cualquier momento es oportuno para reflexionar y tener otra perspectiva.