A mi criterio los roles que desempeñamos en nuestra vida no definen quienes somos. Si así fuera, la única forma de ser sería a través del hacer. Consecuentemente, sin el hacer nada seríamos. Los roles nos limitan, a veces, no están escritos por nosotros sino que están definidos por nuestra historia familiar, laboral, societaria y el papel que desempeñamos en ella. Si podemos verlo desde esta perspectiva, depende de nosotros continuar desempeñando ese rol o decidir escribir uno nuevo y encarnarlo. Por qué pienso de este modo? Entre tantas cosas, porque en el año 2017 leí el libro el hueco y concluí que el libro estaba escrito para mi. Hoy 2020, volví a leer el libro nuevamente y no me veo reflejada en él. Qué fue lo que cambio? Cambié yo y mi historia. Soy la protagonista y la responsable de mis sentimientos, de mis actos y de mis vivencias. Nuestra historia (la nuestra, la que decidimos escribir nosotros para nosotros) es dinámica y tiene que ver con nuestro crecimiento personal a partir de las experiencias que transitamos. Lo maravilloso de esta perspectiva es que todo está sujeto al cambio, no ya desde el otro sino desde nosotros. El apegarnos al papel que fue escrito para nosotros en el pasado, nos deja anclados en él. Qué hacer con el pasado? Agradecerle los servicios prestados y capitalizar aquellas experiencias que nos dejó como enseñanzas. Si nos anclamos en el pasado. entramos en un circulo vicioso en el cuál somos aquello que determina nuestro pasado y ello afecta nuestro presente y nuestro futuro. Si nosotros cambiamos, cambia nuestra mirada, nuestra actitud, nuestro sentir y ya no importa como responde el otro, porque actuamos en función de lo que queremos para nosotros. El otro no nos hace felices, ni nuestra felicidad depende de él sino de nosotros mismos.