Cuando revisamos en nuestra historia y se repiten fechas, características de personas que nos encontramos, conflictos que nos presentan dificultad, podríamos decir que parece que existiera algún diseño especialmente preparado y pensado para que una y otra vez terminemos en el mismo lugar. Parece una especie de laberinto o patrón ¿Quien lo prepara? ¿Quien lo diseña? ¿Seremos nosotros mismos? ¿Cuál sería la finalidad? ¿Podría ser resguardarnos? ¿Podría ser atravesar la situación de una mejor manera de lo que fue la última vez? ¿Para qué se nos presenta esta situación? ¿Será que nos ofrece la oportunidad de dar una respuesta distinta a la ya ensayada y probada, aunque ineficaz por su tendencia a repetirse? ¿Será que nos abre la oportunidad de aprender y comprender algo que no tenemos presente de modo consciente? ¿Que actitud tomamos frente a esa situación? Entre muchas de las que se me ocurren podría enumerar nos enojamos, la rechazamos, la evitamos, la ignoramos, no queremos verla, miramos para otro lado, la negamos, la odiamos. Pareciera que el rechazo le da la energía que la alimenta para permanecer y crecer. Hay personas que las enfrentan de distintas formas tratando de encontrar el modo de engañarlas, con la intención de hacerlas desaparecer. ¿Que pasaría si en lugar de resistirnos, pensamos que existe un motivo que hoy no comprendemos y que justifica que esto ocurra? ¿ Que pasaría si pensamos que en algún momento lo que está pasando fue de utilidad? ¿ Que pasaría si dejamos que las circunstancias fluyan para ver a donde conduce esta situación? ¿Que pasaría si pensamos que hay algo que debemos mirar que trasciende aquello que aparentemente vemos? Nuestro cerebro pide respuestas que den certeza. Nuestra comprensión requiere de tiempo. El tiempo es individual. Cada uno procesa y elabora de modo distinto. Seamos compasivos y pacientes con nosotros, quizá de este modo encontremos el espacio para ampliar la mirada.