Les propongo un ejercicio. Hagamos una lista de cómo llegó cada uno a “la pareja”, lo que generó “esa pareja” y cómo saldría cada uno en caso que no podamos continuar juntos.
Parece algo simple, pero tiene sus complicaciones.
La pareja está conformada por dos personas y cada una requiere de desarrollo individual en todas las áreas que conforman la vida de un ser humano.
No perder o renunciar a ser uno mismo para estar con el otro implica reconocerse individual y distinto y como tal, digno de respeto. Si ese respeto no empieza por uno mismo ¿qué puedo esperar del otro?
Si me remonto al inicio de la relación, me puedo preguntar:
¿A quién conoció mi pareja? ¿Cómo era yo cuando comenzó todo? ¿Tuve que dejar actividades, trabajos, estudios, amigos para poder estar con esa persona?
La nueva figura jurídica de la compensación económica, tiene por objeto dar respuesta al desequilibrio económico producido como consecuencia del divorcio o cese de la convivencia.
Pareciera que la ley aborda la compensación de alguno de los aspectos de inequidad que siempre estuvo presente pero que realmente se aprecia con mayor claridad, producida la separación.
¿Todo se puede compensar? Buena pregunta, porque el abordaje es económico.
Entonces hago el siguiente planteo:
Cuando una de las personas que conformó la pareja se desarrolló profesionalmente durante la convivencia o matrimonio, y adquirió experiencia en esa profesión, al separarse se lleva la profesión y su experiencia.
Algunos dirán que la compensación económica cubre esta situación, pues es una de las cuestiones que debe ser considerada al momento de fijar esa compensación.
Yo creo que el dinero, no suple ni compensa esa circunstancia, pues la otra persona no podrá desarrollarse ni adquirir experiencia con el apoyo de la pareja.
¿Entonces? Entonces estas situaciones, se pueden prevenir.
¿Cómo?
Mi sugerencia: Mirar nuestra pareja y ver aquello que está presente pero escondido detrás de “la pareja”. Ello, permitirá reconocer que somos dos individuos, protagonistas cada uno de nuestra vida, que merecemos la oportunidad de desarrollarnos en plenitud y que esto es responsabilidad de cada uno, más allá de la compensación económica que se pueda fijar.