El tan necesario equilibrio

¿Qué hace que una persona este más preparada para dar que para tomar?  Estos días en algunas conversaciones surgió este interrogante y con él,  algunas otras preguntas: ¿Cuál es la sensación que tiene el que da? ¿Será que no le puede dar valor a aquello que entrega porque no puede darse valor el mismo y solo lo consigue dando? ¿Será que usa el dar como una forma de retener al otro? La persona que continuamente da, ¿está preparada para tomar? ¿ Y si pide y el otro no puede o no quiere dar? ¿ Y si pide y el otro se va? ¿Será que pedir lo coloca en un lugar de vulnerabilidad que para su propia valía no puede aceptar? Si no necesita nada, no hay riesgo, nadie puede defraudarlo. ¿Cuál es la sensación del que toma? ¿Será que piensa que no puede generar y por ende, dar? ¿Será que prefiere tomar lo que le dan a arriesgarse a no conseguir lo que quiere?  Pareciera que en ambas situaciones el otro sale de escena. ¿Podría decirse que la relación de quien continuamente da tiene que ver más con una necesidad propia  que con aquello que el otro necesita o quiere? Es probable que esta persona que da  encuentre en su vida personas que toman y que con ellas se sienta cómodo,  porque le permiten canalizar esa necesidad de entrega. ¿Hasta cuando? Quizás hasta que aparezca alguien sumamente demandante que le permita ver que aquello que lo hizo sentir cómodo y seguro, hoy lo incomoda, lo deja vacío y lo lleva a cuestionarse si no existe otro clase de relación. En cuanto a la persona que toma, es probable que se encuentre con quienes dan y que con ellas se sienta cómoda, porque no le pedirán. ¿Cuál será su límite? Probablemente encontrar a alguien que le de tanto que sea insoportable la deuda que se genera. Tal vez  las relaciones de pares con desequilibrio no puedan prosperar. Entonces ¿que se puede hacer? Quizás, todo sea cuestión de empezar a mirar al otro,  sus necesidades y deseos,  en lugar de mirarnos a nosotros mismos creyendo que lo miramos a él. Y en ese mirar,  mirarnos, pueda ser que encontremos el equilibrio necesario entre el dar y el tomar para que esa relación pueda continuar y si no fuera posible, agradecer la experiencia y capitalizarla para el futuro.

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