Se rompió…lo pego
Cometí un error…lo arreglo
Está vacío…lo lleno
No anda…lo reemplazo.
Están discutiendo…intervengo.
¿Por qué necesito hacer algo? ¿Qué me produce ver algo sin terminar/inconcluso? ¿A qué me recuerda? ¿La necesidad de hacer/resolver tiene que ver con la otra persona involucrada en la situación o conmigo?
¡Qué difícil resulta no hacer nada y dejar que todo transcurra!
Quizá la explicación que estoy buscando para lo que ocurre, llega en unos días, pero si no doy tiempo y lo soluciono, no voy a poder verlo, porque ya lo arreglé y estaré en otra cosa.
Para elaborar y comprender muchas veces hay que dar lugar.
Si intercedo para que dos personas no peleen, ¿qué pasará la próxima vez que yo no este para impedirlo? ¿Estoy ayudando o estoy impidiendo que aprendan o encuentren sus propios límites y acepten la responsabilidad? ¿Mi intervención lo hace más fácil o más difícil? ¿Mi intervención los fortalece o los debilita? ¿Por qué necesito intervenir?
Citando al maestro Santiago Kovadloff : “ ¿Qué es preguntar? No significa plantear interrogaciones cuyas respuestas ya están contenidas en el enunciado que se formula. Aprender a preguntar significa proponer la responsabilidad de interpretar, es decir poner en juego un punto de vista crítico, de intercambio…”
La necesidad de hacer algo o resolver un problema a veces atenta contra aquello que nos viene a mostrar la situación.
Puede ser un buen ejercicio mirar qué pasa cuando frente a una situación no hacemos nada, quizás la respuesta aparezca como parte de ese proceso sin tener que ir a buscarla o tal vez podamos tan solo hacer el ejercicio de preguntarnos ¿qué pasa si no hago nada? y ensayar distintas alternativas.