Soy una llave inglesa…puedo ser una Victorinox

¿Qué rol desempeñas en tu familia? ¿Sos el héroe? ¿el salvador? ¿el que aconseja? ¿el que negocia? ¿aquel al que todo le sale mal? ¿el que se queja? ¿al que todos ayudan antes de pedirlo? ¿Cómo influye ese rol en el resto de tu vida? ¿En tu trabajo? ¿En tu empresa? ¿En tu pareja?

Cuando en una familia el rol de padre o madre está vacío, por la muerte, el divorcio u otro tipo de ausencia, es difícil para los hijos controlar el impulso inconsciente de ocupar ese lugar. Ese movimiento podría tener consecuencias que no se circunscriben al ámbito familiar sino que también podrían influir en el ámbito pareja, laboral, profesional, empresarial y hasta social.

¿De qué manera?

Podría condicionar las conductas, reacciones o respuestas a determinadas circunstancias en los diferentes ámbitos.

No calificaría esa influencia como positiva o negativa, porque uno tiende a repetir un rol que conoce que  siempre es más cómodo que probar algo diferente y correr el riesgo de no encajar.

No hay conductas correctas o incorrectas, las conductas son y a cada una le corresponde una consecuencia diferente. Por ahí sería bueno preguntarse si esa conducta que realizo me permite crecer o me limita.

Las conductas de aquél que inconscientemente ocupó el lugar de uno de sus padres en su familia, pueden determinar ciertos comportamientos.

En el ámbito laboral: la necesidad de controlar todo lo que ocurre porque eso le da seguridad, el aceptar  mayores responsabilidades de las que corresponden porque le permite demostrar que es mejor que los demás, juzgar a su jefe cuando no cumple con sus responsabilidades porque los jefes no pueden cometer errores, dificultad para respetar a la autoridad porque en su familia la autoridad fue él/ella, imposibilidad de pedir ayuda porque no necesita de nadie y porque de ese modo se asegura que no falle nada porque todo depende de él/ella, que no se permite equivocaciones porque lo hace todo bien, perfecto.

En el ámbito de pareja: no respetar al otro como par, tratar al otro como un hijo más, entregar bienes materiales para crear dependencia, controlar los gastos familiares, no compartir el manejo de la economía, exigir del otro actos heroicos y criticarlo cuando se equivoca, disponer del tiempo del otro sin consultarlo, pedir del otro algo como protección y cuidado que no tomó de sus padres.

En el ámbito de una profesión independiente: canalizar  toda su energía en el trabajo con lo cual al llegar a su casa nada queda por dar, identificarse con la profesión que desempeña todo el tiempo “es un doctor las 24 hs”, requerir tal perfección en las tareas que la exigencia le impide avanzar.

En algunos casos, estas conductas pueden funcionar sin mayor problema porque la persona lo acepta y se conforma y nunca se presenta el conflicto que dispara la necesidad de cambiar de rol. En otros casos, se repara en la limitación que implica,  una vez desatado el conflicto.

La propuesta es preguntarnos si podemos hacer algo antes que se desate la necesidad de la respuesta inmediata, para disponer de tiempo.

Y si ya sucedió, registrarlo, detectarlo, y si la curiosidad o la necesidad nos impulsa a producir un cambio,  dar el primer paso de mirarnos internamente, para luego interperlarnos, elaborar y comprender porque la respuesta está en nosotros mismos.

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